Gracias a la rotación de los cultivos y abandono del barbecho, la extensión del uso de abonos y la mecanización de las faenas agrícolas, surge el aumento de la producción agrícola y la necesidad de menos trabajadores en el campo. El aumento de la producción genera riquezas y mejoran las dietas de las personas. Las riquezas producidas producen formación de empresas agrícolas y la compra de productos industriales. Dado a la mejora de las dietas desde la revolución, disminuye la mortalidad y aumenta la población.
Esta revolución incrementó la producción un 90% entre los años 1700 y 1800. Algunos historiadores argumentan que de hecho no hubo ninguna revolución, sino simplemente una evolución rápida en los métodos que conllevó el gran incremento de la productividad agrícola.
